domingo, 17 de mayo de 2009

Cinco características que deben tener las tareas para ser eficaces

Las tareas han estado en el centro del debate por años. Y la más reciente evidencia parece concluir que más deberes no necesariamente implican un mejor rendimiento. Ello no significa que no deban existir. Por eso, un estudio canadiense recopiló la evidencia más reciente aparecida a favor y en contra de estas actividades y concluyó qué elementos deben tener para ser realmente efectivas.

1 DIFERENCIADAS


Las tareas deberían pedirse de acuerdo a los estilos de aprendizaje de cada alumno, concluyen los estudios. Por ejemplo, si un estudiante tiene más facilidad de aprender visualmente se le puede pedir que dibuje un cómic y si aprende de manera kinestésica -moviéndose-, que interprete un juego de rol con la materia. El profesor puede proponer varias formas de hacer el mismo trabajo y que los estudiantes opten. La evidencia sugiere que si las personas tienen la libertad de escoger qué harán, aumenta la motivación intrínseca por cumplir, mejora la autonomía y aumenta la sensación de que es capaz de ejecutar bien el trabajo. De allí a la mejora en el rendimiento hay un solo paso.

2 CON FEEDBACK


Para que una tarea sea efectiva, es clave que sea revisada por el profesor. Aunque la clave está en cómo se ejerce el control: diversos estudios han demostrado que las tareas con nota o una forma imperativa de ejecución, como, por ejemplo, los trabajos con características rígidas en cuanto a tipo de letras y número de caracteres, empeoran el rendimiento. Según la sicología, cuando se enfatiza en cómo se deben hacer ciertas cosas, la motivación intrínseca y el autoconcepto disminuyen y las actividades sólo se ejecutan para escapar de las negativas consecuencias que implica no cumplirlas. En ese sentido, varios estudios han demostrado la utilidad de internet, que no sólo permite la retroalimentación instantánea con el profesor u otros compañeros que estén en línea, sino que los alumnos sean más colaborativos, desarrollen más su creatividad y su pensamiento crítico.

3 PADRES: SOLO EN LA PRIMARIA


La participación de los padres en los deberes ha sido objeto de tanta investigación como las tareas mismas. Ello, ya que las actitudes positivas que los padres tengan sobre los deberes repercuten en el desempeño de sus hijos. En otras palabras, si un padre o madre cree que las tareas son excesivas, sus hijos tendrán una predisposición a no hacerlas. Mientras que si ayudan irritados y frustrados (por ejemplo, porque su intervención se debe al mal rendimiento del menor), en el hijo queda la sensación de que la escuela es negativa y se disminuye su autoestima. Sin embargo, según las investigaciones, la participación de los padres es un arma de doble filo: si éstos se involucran demasiado, incluso haciendo los deberes, provocan en los niños la sensación de que no son capaces. Y ello es especialmente importante en la adolescencia, período en el que se refuerza la necesidad de independencia.

4 ESFUERZO Y MENOS TIEMPO


Más horas de tareas no garantizan mejores rendimientos. Más bien, es el esfuerzo que se pone en cada trabajo el que provoca mejoras. Una investigación del alemán Ulrich Trautwein, del Centro de Investigación Educacional del Max Planck Institute, encuestó a 493 alumnos sobre el tiempo y esfuerzo que dedicaban a hacer las tareas y concluyó que quienes dedicaban más tiempo no lograban mejorar sus calificaciones. En cambio, quienes señalaban que "al hacer las tareas dejaban lo mejor de sí" tenían mejores notas. El esfuerzo se entiende como una alta motivación por cumplir, perseverancia y alta concentración, sin distraerse constantemente. "Si un estudiante dedica mucho tiempo, esto no es necesariamente un signo de gran conciencia al hacer las tareas, sino más bien refleja problemas de motivación y concentración", sentencia el estudio.

5 DESDE PEQUEÑOS


Según explica Cecilia Assael, directora del Centro de Desarrollo Cognitivo de la U. Diego Portales, el objetivo principal de la tarea debe ser formar el hábito de estudiar y aprender en otro lugar que no sea la escuela. Es lo mismo que concluye un estudio de la U. de Missouri, que señala que los efectos de las tareas que se asignan en primaria se pueden apreciar en secundaria. Más que efectos inmediatos, las tareas ayudan a los niños a autorregularse y manejar su autonomía, hábitos vitales a la hora de enfrentar la adolescencia. Esto no quiere decir que a los niños desde pequeños deba copárselos con tareas. "Para los niños de primer año, cinco minutos diarios son suficientes, siempre que sea constante, incluso si tienen jornada completa", dice Assael.

fuente Diario La Tercera